Si encuentra alguna evidencia de esto en su vida, confiese su pecado. Reconozca que se está enfocando en lo que Dios está haciendo en la vida de otra persona en lugar de hacerlo en la suya. Agradézcale por cómo está bendiciendo a la otra persona, y pídale que ponga amor en su corazón por ella. Luego, vuelva a enfocar su atención en lo que el Padre está haciendo en su vida. Por último, memorice y medite en el Salmo 37.4-6.
Si está agobiado por la envidia, entonces se está perdiendo lo mejor de Dios. No desatienda este pecado. Aquel que le creó y diseñó un buen plan para su vida es capaz de ayudarle a cambiar su manera de pensar.
BIBLIA EN UN AÑO: COLOSENSES 1-4